jueves, 2 de diciembre de 2010

Para la Mente

La Perdida de un ser querido siempre nos afecta, en esta temporada donde nos dejamos llevar por el consumismo y la entrega e regalos, es hora de hacer una pausa y reflexionar sobre nuestro actuar y saber si realemnte estamos en cada comento en el que nos necesitan quienes mas queremos.
Quiero compartir con ustedes esta carta que le escribi a mi sobrino quien fallecio hace 8 dias

Guatemala 2 de Diciembre de 2010.
“Adiós mi Chinito”
Me cambiaste la vida cuando llegaste, te convertiste en mi primer sobrino, eras la alegría de la casa y la adoración de tus abuelos. “Dios guarde el paso al nene”, decían todos. Recuerdo que yo tenía 13 años y no sentí celos, por primera vez había alguien que tenía toda la atención de todos en la familia.
Te regalé tu primer juguete de baterías, tu primer juguete de cuerda: un pollo de esos amarillos que sólo picoteaban. También recuerdo que la celebración de tu  primer año fue un acontecimiento social en la colonia, era también tu bautizo. Increíble todo lo que pasó ese día, habían regalos y muchas personas, como 75, en la casa. Cuando cumpliste dos años, recuerdo que tus abuelitos Tin y Adolfo se pusieron una matraca… bárbara. Luego te fuiste a tu casa y allí las celebraciones fueron diferentes.
Una vez te llevé a escondidas a Xela, te compré un chaleco típico. Recuerdo que íbamos con la estudiantina, vos te dormiste en todo el camino de regreso y yo venía cuidándote y todo pupuso de los ojos por no dormir.  No recuerdo cuando fue la primera vez que me dijiste tío,  ni cuantas veces lo dijiste, pero lo que sí estoy seguro es que cada vez que me llamaste tío y me necesitaste, siempre estuve allí. Fuimos al cine muchas veces, te ibas a quedar los fines de semana a la casa, en fin.
Cuando llegaron tus hermanos, fuiste increíble, un gran hermano. Siempre quise que a mí mis hermanos mayores me quisieran así, pero ni modo, no se pudo. Cuando llegaban a la casa, era toda una fiesta nacional, pues ustedes eran la luz, la bulla y todo en la familia.
Pero la tragedia en tu vida llegó cuando, por cuestiones de la vida, tu padre se fue al cielo de una manera tan trágica, como dolorosa. A partir de ese momento, te cambió la vida a vos y a todos. Recuerdo que casi ni me acerqué porque… “para qué”, decía yo, si todos estaban allí pendientes de ustedes en ese momento. Sólo vi que todos te decían que te apoyarían y mirá, pasaron 7 años y todos parecían políticos… pura palabras. Pero a ellos no se les culpa, es la cultura.
Tu adolescencia no fue fácil, hice lo que pude para que no fuera tan dura o tan difícil pero eso sólo fue un intento. Así pues, te tocó un papel que nunca te imaginaste que tendrás con tan sólo 13 años de edad: eras hermano, padre y hasta esposo, porque tu mamá todo lo consultaba con vos. Además, tu abuelo te dijo que vos ibas a ser el hombre de la casa y dos meses después tu abuelo también se fue. Justo  cuando todo parecía normalizarse, la vida nos juega una mala pasada a los dos; a mí porque me dejó solo, sin tu abuelita y mi madre, quien te adoraba; y a vos; porque descubrieron que tu corazón era de condominio, era grandísimo, lo peor es que tu enfermedad nos hizo pedazos a todos.  Pero allí estábamos todos pendientes de que no pasara a más.
“Alejandro y las comunicaciones”, llegaste con apenas un mes a Canal 7, todos te querían cargar, así me contaron, yo no lo vi, pero segurito que así fue. Acompañabas a tu papá a las transmisiones deportivas, y cuanta cosa él decidía. También llegaste a la Radio Sonora y todos en la familia pedíamos a Dios porque no fueras hacer periodista, pero mirá que la sangre llama y allí estabas. Todos dicen que te ganaste el corazón, el respeto y la admiración de muchos, eras un chico con estrella.
Cada Semana Santa, muy de madrugada yo te tomaba fotos, porque eras buen devoto cargador y como dirían en buen chapín, recachureco. Este 2010, fue tu debut como reportero en la procesión del Viernes Santo de la Iglesia de la Merced, me preguntaste: “¿Qué hago Tío?”, yo te contesté: “Apuntalo todo y tirate al agua”.  Oí tu reporte, íbamos con Emilio en un taxi para la casa cuando te oímos, sonabas algo titubeante, pero claro y con buena dicción, eso fue lo que me gustó. Quién iba a decir que ese sería el único reporte y la última Semana Santa con nosotros.
Bueno Alejandro, ya no estás con nosotros, hoy la vida decidió que te fueras hacerle compañía a tu papá  y a tus abuelos, salúdamelos. Deciles que los extraño y que los quiero mucho, que la vida continúa. Yo no tengo nada que decirte, más que gracias por cambiarme la vida y, aun con tu muerte, me la seguirás cambiando.
Mano gracias por todas las alegrías que me diste. Por decirme tío siempre y por decir que yo era tu tío preferido, el tío que todo te lo permitía, y mirá que ahora te permití dejarnos.
Bueno mano, podés estar tranquilo allá en el cielo, que me imagino hay bastante que hacer. Cuando te den tus alas, me las enseñas, oíste, porque me imagino que te vas a ver bien guapo.

DP. Nada de estar llevándote a nadie esos viajes se hacen solito.

Te quiero mucho

Tu tio
Gustavo Valle.